Amigos, la paciencia, eso que
perdemos fácilmente cuando conducimos, o lo que se está acabando en latino América
con la clase política, también es eso
que se colma cuando nuestros hijos no obedecen o salen de nuestro control.
Las reacciones son variadas según
la persona y su carácter, desde un grito, darse la vuelta y marcharse, una
nalgada o el extremo, al que jamás debe llegar, una golpiza.
Entiendo que más que una vez
nuestros pequeños buscarán hacer lo que su voluntad y deseo les indique sin
saber o importarles si es correcto o peligroso y creo que ese punto en
específico el que debemos considerar siempre, la inocencia e ignorancia de un
niño o hace tomar decisiones equivocadas que pueden ponerlo en riesgo si está
sin la supervisión de un adulto. La vida es eso, tomar decisiones, equivocarse,
aprender y volver a tomar decisiones basadas en las experiencias, pero los
niños no conocen los límites ni las reglas y como padres somos los que tenemos
la obligación de guiarlos para que tomen sus primeras decisiones sabiamente.
Las caídas y golpes son inevitables, la experiencia es lo que quedará y una que
otra cicatriz o huella, pero lo que no debemos hacer es perder la paciencia,
nos pasará seguro pero no debemos permitir que nuestro hijos conozcan que somos
débiles al respecto, que sepan cómo controlarnos, porque aunque no lo crean son
pequeños chantajistas sentimentales que aprenden muy rápido como llegar a donde
quieren. Conozco padres que su ausencia la compensan con libertades, bajo
pretexto de que el niño se divierta mientras está con ellos, dejan que los niños hagan y deshaga lo que se
les venga en gana.
Todo extremo es malo, no digo que
debemos ser fríos e imperturbables, caramba, somos seres humanos y sentimos frustración,
pero nosotros como adultos sabemos que tenemos autocontrol, conocimiento y
experiencia previa, sumemos que estas frustraciones no solo provienen del comportamiento
de nuestros hijos, sino que también, viene del trabajo, relaciones y vida
diaria, por lo que en ocasiones es fácil que la presión nos orille a vaciar la
carga sobre nuestro pequeños y que termine siendo la válvula de escape equivocada,
dejando al niño lleno con nuestro coraje y resentimiento, haciendo crecer en
ese pequeño ser humano la imagen de que puede desahogar su coraje en otros,
resentido y enojado.
Teniendo un niño de 2 años (la
edad de la punzada) he leído algunos artículos interesantes sobre cómo lidiar
con el carácter del niño en esta edad, tomo lo que me sirve porque siendo
honesto no a todos les ayuda el mismo sistema, así que tomo un consejo de aquí
y otro de allá, pero lo que más he aplicado y recomiendo personalmente es la
pregunta, en lugar de recriminarlo y regañarlo nada más, pregunto. Es sencillo,
lo tomo de los hombros, hago que me mire, siempre evita mirarme fijamente pero
no por eso quito la mirada de él y lo cuestiono ¿por qué hiciste eso? En muchas
ocasiones no tiene respuestas por lo que a continuación le recuerdo que está
mal lo que hizo y que sabe que causa daño o que no debe hacerlo, de alguna
forma el baja la mirada y entiende que no está bien y que de continuar haciéndolo
le traerá problemas. Tengo 2 perros ahora, mi bóxer que es un amor con el niño
y una nueva perrita que está en hogar temporal con nosotros ya que es de mi
cuñada; mi hijo tiene un vínculo fuerte con ambos, juegan y los quiere, pero
aún no sabe sus límites, en ocasiones los lastima, sin intención pero no mide
su fuerza por lo que tenemos que cuidar a los perritos de él para que jueguen
de manera segura, en cada ocasión que ha pasado lo reprendemos y lo obligamos a
que les pida disculpas, después de un rato lo ha hecho y el juego continua sin
resentimientos y más relajados. Puede que les resulte el ejemplo más absurdo
pero en nuestro caso funciona.
Debo señalar 2 cosas al respecto,
estos cuestionamientos nos ayudan a no perder la paciencia, no gritar, no
manotear, que el niño no se sienta agredido y vamos formando su ética, porque hasta
nosotros como adultos tenemos difícil el pedir disculpas, siempre es una
situación que nos desagrada porque significa aceptar culpas por nuestros
errores, esta técnica nos ayuda a que
nuestros hijos crezcan con una conciencia ética y moral de sus actos y sus
consecuencias, por eso la recomiendo ampliamente, si no te funciona puedes
buscar ayuda en la misma familia, pregúntale a tus padres como hacían contigo,
porque seguro sus consejos te ayudarán y terminará con anécdotas divertidas y
llenas de amor y nostalgia.
Amigos gracias por su lectura y
recuerde que la retroalimentación es importante para mi así que pueden dejar
sus comentarios y preguntas que con gusto responderé. Nos leemos pronto.
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