Muchas parejas como nosotros, comenzaron su matrimonio adoptando una
mascota, en nuestro caso en particular, siempre fuimos de tener perrito ambos,
la diferencia entre nosotros era el tamaño de perro que siempre tuvimos, mi
esposa tuvo perritos medianos, yo perrotes, la idea de tener uno en casa, créanme
o no, te prepara de alguna forma para ser padres de un bebé.
Tal vez les suene muy absurdo todo esto, pero hablo en mi
experiencia, la responsabilidad de cuidar alimentar, limpiar y educar a una
mascota va templando el carácter para cuando llegue el bebé.
Fue fácil decidir que perrito tendríamos, mis padres, hasta
la fecha tienen a Lola, una bóxer de hoy en día 14 años, pero shhhhhh, no se lo
digan ya que ella se siente cachorra todavía. La raza Boxer se caracteriza por
ser dinámica y juguetona, pero sobre todo, excelente con los niños.
Mi esposa se enamoró de Lola una vez que la trató en casa de
mis papás y yo no podía ser más feliz con la disposición a la raza, ya que yo
crecí con los bóxer, mis abuelos tuvieron y luego mis padres también, son mi
raza favorita y ahora mi esposa estaba dispuesta a compartir el amor de un
perrito de estos.
Llegó el cachorro y desde el principio le pedí a mi esposa
me dejara educarlo por mi experiencia con perros, ya que yo quería uno que ella
pudiera agarrar y llevar a donde quisiera y que fuera sociable con la gente y
con otros perros, así llegó Bono, nuestro bóxer, hoy tiene 4 años y es una
bestia de 30 kilos con trompa y que brinca casi 1.90 mts como si tuviera
resortes.
La pregunta del millón es: ¿Cómo hice para socializar al
perro con el bebé?
Criamos un perrito seguro, cariñoso y sociable con personas
y animales, eso ya representa una ventaja, aparte tiene su actividad que consiste
en correr y jugar al frisbee, esto quema la energía en exceso que posee esta
raza, lo que ayuda a que el animalito esté en un estado de tranquilidad.
Nunca lo alejamos o impedimos estar cerca del bebé, pero le
enseñamos limites, los bóxer no conocen el concepto de espacio personal y son
encimosos y cariñosos, pero entienden perfectamente que tu mandas y donde y
cuando pueden estar.
El primer contacto de nuestro hijo con Bono fue cuando llegamos
a casa, se le permitió verlo, pero no tocarlo, olerlo de lejos y cuidarlo, en
principio por higiene y por educación del perrito, eso fueron los primero días,
al paso del tiempo se acostumbró a verlo moverse y a escucharlo llorar, él
duerme en su cama, pero cuando llora el niño es el primero que se levanta. La
primera vez que lo “tocó” fue en una ocasión en que mi esposa lo amamantaba en
un sillón pequeño y la cabeza del niño quedaba a nivel de la del perro y lo
olfateó, cosa que ya había hecho antes, y de pronto un lengüetazo; a mi esposa
solo le dio risa, ya que sabe perfectamente que el perro lo hizo por conocerlo más.
Poco a poco el niño ha ido interactuando con el hasta llegar
a un nivel de complicidad que se acentuará con el tiempo, lo digo plenamente
seguro por experiencia propia. Hoy en
día su nombre se ha reducido a “BO” que es lo que le puede decir el niño que
apenas quiere hablar, sus juegos han escalado a subirse a su lomo mientras está
acostado a los pies de la cama, reírse a carcajadas cuando juegan con un globo,
etc.
Quien les diga que los perros no deben acercarse a los
niños, es porque no saben educar un perro, nuestro pediatra nos dijo que: los bóxer
en efecto son altamente recomendados para los niños y que tenerlos cerca
aumenta hasta en un 40% el desarrollo del sistema inmunológico del bebé.
De cualquier manera lo que les cuento es mi experiencia, si
tienes gatos o algún otro animalito, consulta con tu pediatra primero los
efectos del mismo sobre el bebé, aunque casi estoy seguro que en un 90% de las
veces dependerá directamente de ti si el niño convive con ellos.
Déjame tu comentario sobre que mascota tienes y como lo
integraste con tus hijos.
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