Buen inicio de semana para todos y aquí está nuestro tema de
hoy: Las vacunas.
Como todo padre primerizo puedes tender a sobre proteger a
tu hijo/a, hay padres que van desde el extremo silencio a la hora que duerme el
niño, hasta que si ven volar una mosca ya no se pararon ni a 10 metros del
lugar, en mi caso puedo decirles que nunca fuimos exagerados con el niño, lo
dormimos durante una boda de la familia, así que el ruido no es nuevo para sus
siestas, pero ojo, cuando el dolor infringido a un bebé viene por prescripción
médica ahí si vamos a sufrir, hablo de llevarlo a vacunar.
La primera vacuna que reciben los niños es cuando nacen, la
que deja una cicatriz en su bracito, esa ni nos enteramos, nada más nos dicen
que hay que cuidarla y listo, pero al llegar la edad en la que el bebé requiere
de las vacunas necesarias hay que llevarlo a picar.
Como papá me tocó llevar por primera vez a vacunar a mi hijo
ya que por trabajo mi esposa no podía, así que
el turno fue mío, lo llevé a un hospital particular ya que las vacunas
te las pueden poner en cualquier lado de forma gratuita, en nuestro caso por
comodidad y cercanía lo llevamos ahí, investigue donde y llegamos a formarnos,
delante nuestro teníamos a una mamá con su niña como de 3 años, y pues mi
semblante era de tranquilidad pero por dentro estaba con el corazón a mil, he
de confesar que odio las inyecciones, desde niño me tenían que taclear
literalmente para poderme inyectar, ya de adulto si no queda más remedio pues
me inyecto opero de gratis no gracias, así que el temor que picaran a mi hijo
estaba recorriendo mi mente y mi cuerpo en ese mismo instante.
La enfermera debo reconocer, con buena mano, pero no muy
buena actitud, ya que estaba como si hubiera atendido a un millar de pacientes
antes que nosotros o estaba de muy mal humor, el caso es que por fin pregunto a
que veníamos y ya con los datos nos hizo esperar un poco más, mientras la niña
de la persona antes que yo chuleaba a mi bebe, lo cual es tierno, siempre y
cuando no le empiecen a pellizcar los cachetes, y es que sería bueno que los
padres hicieran algo al respecto pero la señora ni se inmutó hasta que de plano
le quité yo la mano a la niña que me fue a acusar con su mamá, quien no dijo ni
pío.
Por fin nos llamaron y mis manos sudaban como si estuviera a
punto de decidir el destino del planeta, mi corazón palpitaba con más velocidad que un
jet militar, y contesté todo el interrogatorio de la enfermera con monosílabos,
luego sacó las dosis y preparó la vacuna, me pidió que descubriera al bebé y
doblara su pierna, el niño poco se movió, yo sentía que me lo iban a ponchar,
que el bebé iba a gritar toda la vida después de eso y que me culparía de su
dolor, al final la enfermera lo tomó y lo vacunó, el niño ni se inmutó.
Yo con
los nervios a punto de escupirle el corazón en la cara a la mujer, vi que no
pasaba nada, que el niño solo se quejó un poquitito pero ni lloró, él puso se
fue estabilizando, el sudor dejó de correr por mis manos y frente, los ojos
regresaron a sus orbitas, ya escuche con atención las instrucciones y posibles
reacciones de la vacuna y listo salimos como si nada.
Yo quería darle una medalla a mi bebé, hacerle un monumento,
porque su papá era un chillón para las inyecciones, lo cual me hizo meditar,
que muchas veces heredamos sin querer nuestros miedos y frustraciones a nuestros hijos, ellos son esponjitas que absorben
todo, lo bueno y lo malo, por eso, antes de pensar el que tenemos un niño chiqueado
o berrinchudo, pensemos si somos un buen
ser humano para educar a un niño, o si le estamos mostrando lo mejor de nosotros
mismos.
Dejen su comentario con su experiencia sobre las vacunas de
sus hijos, nos leemos pronto.
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