Amigos la navidad;
los adultos normalmente vamos amargándonos con el tiempo y deja de ser
una época que independientemente del credo personal es un buen momento para
estar en familia y disfrutarla.
Yo en particular disfruté mucho la navidad en mi infancia,
no solo por los regalos, también por las vacaciones, ver a mis primos, viajar,
jugar en lugares hermosos y sobre todo ver a mis abuelos. Por ello hoy doy
gracias al creador por poderle dar a mi hijo esta oportunidad también, pero
tengo que reconocer que antes de conocer a mi esposa, las navidades las
padecía, lejos de mi pareja, tener que dividirme, ver que se gasta
excesivamente, comprar regalos para todos es imposible, etc.
Como adulto la navidad va tomando forma como una situación
de saturación de gastos y cosas materiales, vemos que tenemos que ahorrar para
darle algo a todo mundo y créanme que de todas formas quedas mal con alguien,
eso de entrar a todos los intercambios a los que te invitan, en el trabajo,
amigos, familia y otros, es imposible para el ciudadano común.
Con el tiempo esto se hace un peso para cada persona, obvio
no para todos, pero si mucha gente comienza a sentir pérdidas, luego y no sé
porque, algunos seres queridos comienzan a irse en estas fechas lo cual le
añade un sentido fúnebre a la época, y al paso del tiempo aunque no se hayan
ido en estas fechas de todos modos el recuerdo de las navidades juntos hace
pesado el ignorar su ausencia.
Las depresiones y tristezas nos inundan sin querer y ya no
disfrutamos igual, pero cuando tenemos la dicha de ser padres, todo esto
comienza a pasar a segundo término, porque buscamos que los pequeños gocen las
fechas como lo hicimos nosotros antes que ellos, ver sus caritas de asombro
ante los mares de luces y sus sonrisas al ver los personajes de las caricaturas
en las botargas que aparecen por todos lados, eso mis queridos lectores, nos
hace seguir adelante, darle vuelta a la hoja y seguir con la tradición de
celebración y felicidad de las fechas, porque a un niño no le importa mucho si
es una luz led de última generación o una serie vieja de foquitos, las disfruta
igual y le crea una ilusión.
Por ellos tenemos que superar las depresiones y ausencias y
comenzamos a jugar y a divertirnos junto con ellos cuando miramos esas caritas
felices, cuando vemos que Santa se les hace tierno y quieren acercarse, que ven
regalos y les entusiasma, no importa cuánto o en que se gaste, mantenerles la
sonrisa y la ilusión no tiene precio, desmiéntanme, pero cuando los vemos tan
felices nuestros conceptos de la navidad vuelven a reiniciarse y nos tomamos
fotos, los llevamos a las plazas, caminamos y estamos de pie, cargándolos durante
horas, con tal de ver un espectáculo de luces, su sonrisa vale la pena.
Por ello quiero agradecerles a todos los que han posado sus
ojos en este humilde blog, que sus corazones siempre estén llenos de ilusión y
les deseo mucha salud y fortaleza para seguir viendo sonreír a nuestros hijos,
porque su felicidad se convierte en la nuestra.
Bendiciones para todos ustedes y a sus familias y en
especial a sus hijos, nos leemos pronto.
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